La casa y sus pestañas
pendiendo de un naranjo.
Me olvidé de vestirme las cortinas,
el sol lava la sombra, corroe las arañas.
Con el rastrillo barro esta mañana
primero el dormitorio, tu pupila
rincones de la selva y su bejuco.
Debajo del jardín espantapájaros,
otredades,
carbones que extraen melodías
en un subsuelo lunar y semioscuro.
De los extraños pétalos
hondos muy hondos
branquias de pez y ojos naranjas.
EVA ISABEL RUIZ BARRIOS
Me levanto amor esta mañana, este suspiro, este jardín, esta novela. Tras los cirros otoñales…
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