El tiempo es ciego
El tiempo es ciego,
desperdiga brasas al lado de tu cuerpo.
Hay un aire en el medio, una ráfaga tibia,
medio metro de tinta donde poner el fuego.
Tus párpados cierran sus cortinas
y yo quedo flotando de este lado del mundo.
Besos desabrochados caminan en la almohada
como hormiga que provee en la tormenta.
Cada roce fortuito, un rayo que no quieren apagarse.
Las sábanas arrojan olas granas, cenizas de volcán,
perdigones de chispas, algas desperezándose,
carbón seco.
Mi mano busca tu mano, se estira
como un remo que navega en el humo,
no puede con tu sueño y junta sus huesitos pelados.
Blue
Se hunde la palabra
¿será para buscarte?
Hay tierra sin alambrar,
los recuerdos se pasean
con la cara lavada.
Yo canto para ti
un blue jazz en blanco y negro.
Réquiem
El invierno entona un lúgubre silbido
entre las hojas congeladas de la mañana.
Las cosas por sabidas no merman su desierto.
Nada puede borrar la estación de regreso
a aquellos ojos tuyos que con solo mirarme apagaban la niebla.
La luz de la pared se cristaliza en la red de una araña.
En el frío que reflejan los mármoles.
han quedado atrapadas las sombras del invierno
y estos hombres insisten en que deje, aquí, tu cuerpo.
Al cemento le falta la dignidad de la tierra.
La fiesta de cumpleaños
Entran los autos bajo los húmedos mechones de lapachos.
Atrás cierra las alas un portón de hierro.
La muerte quiere entrar, el portero se opone.
Hay hojas de otoño detrás de los abrigos,
mares ocultos en los ojos felices.
El viento de las hadas va encendiendo los rostros,
semejanzas como un bien de familia
y la fiesta comienza:
fuegos de artificios,
cascadas fulgurantes,
años que explotan en el aire.
Una limusina cruza el parque.
Ella, ajena, baja sonriendo,
se arregla el vestido con el destello de una mariposa.
Las botellas de champagne convergen en una balacera.
La muerte siente los corchos clavándose en el pecho.
El pie pisa
El pie pide tregua.
El paso pasa y lo mira.
El pie está anclado
y no quiere o no puede
otro movimiento que la inercia.
El paso pasa y lo mira,
hace fuerza,
guiña un ojo,
trastabilla.
La tierra no está ahí cuando el pie pisa.
El paso pasa.
Todos los caminos llegan a tu cuerpo
y es como si fuera a habitar un secreto.
Con unos garabatos hice la cena.
De una canción vieja, una vela roja.
Sacamos la basura, apagamos las luces.
Ahora soy la chica que está sobre tu piano.
Offshore
En toda hoja en blanco yace confinado un poema.
No lo calla el escondedor de billetes
cuando vuelca sobre ella la miseria del mundo.
El escondedor de billetes tiene en su manos un + que crucifica.
En su mansión del haber se oye la intemperie.
El viento la lleva a todos los rincones como a una hija en brazos.
Por las noches, a salvo, abrigado por la palabra secreto
abre la caja de Pandora y cuenta
las lágrimas del mundo.
Palco de hierbas
Hace siete siglos y algunas plumas la casa del tordo fue incendiada en una guerra de halcones contra jotes y desde entonces deja sus huevos por ejemplo al estable hornero que ama con amor de madre y le leudan los pichones como ternura entre las hojas.En lo alto, un tordo hembra
lleva entre sus garras el botín.
El río está debajo y lo refleja
con una brisa áspera en el vientre.
Los horneros lo siguen
con sus gritos de pérdida,
lo baten con sus alas y trenzan alaridos.
Sobre un palco de hierbas,
soy la espectadora estremecida
ante la pantalla de la tarde.
Eva Isabel Ruiz Barrios