BITÁCORA
Un hilo verde por el que avanzamos entre médanos y picotazos de sol que, empalagoso, se nos adhiere al cuerpo. Todo es arena y cielo, suave descenso de nuestra piel metálica por el sinuoso vivo amarillo oscuro. Tras una elevación de casi tres metros se nos echa a los ojos el escondido mar. Nos acercamos entre pequeños saltos e imperceptibles patinadas, dentro del caballo plateado que se acerca a beber y nos sostiene el viento.
EVA ISABEL RUIZ BARRIOS
Me levanto amor esta mañana, este suspiro, este jardín, esta novela. Tras los cirros otoñales…
Despiértame de cascabeles, con un exilio de palomas a la cúpula. Despiértame de luces, ésas, que…
Hay algo de vos en la arena que, finita, derrama fragmentos de fulgor por entre…
Ebria la copa, nos turbó su aliento llenos de efluvios, al borde de las ollas…
La casa y sus pestañas pendiendo de un naranjo. Me olvidé de vestirme las cortinas,…
EVA ISABEL RUIZ BARRIOS Abandono el gesto. Trueco elocuencia por templanza. Elijo la palabra temblorosa,…