Sobre la mesa dos pájaros mantienen todavía la coherencia natural de la tarde, el paso apresurado del tren desgaja en la retina el juego ocular del orden y el sí mismo se guarda como un fetiche en lo profundo del sueño. Siempre es un duelo entre verdad y apariencia, un juego de reglas. El espacio en la retina donde se encuentran en mitad de la sangre, asidos como un árbol a una raíz gigante.
EVA ISABEL RUIZ BARRIOS
Me levanto amor esta mañana, este suspiro, este jardín, esta novela. Tras los cirros otoñales…
Despiértame de cascabeles, con un exilio de palomas a la cúpula. Despiértame de luces, ésas, que…
Hay algo de vos en la arena que, finita, derrama fragmentos de fulgor por entre…
Ebria la copa, nos turbó su aliento llenos de efluvios, al borde de las ollas…
La casa y sus pestañas pendiendo de un naranjo. Me olvidé de vestirme las cortinas,…
EVA ISABEL RUIZ BARRIOS Abandono el gesto. Trueco elocuencia por templanza. Elijo la palabra temblorosa,…