A un teléfono

Encabalgando sus orejas

silencioso

déspota, me atormenta.

No hay gritos

de la oruga

solo astillas que amenazan

como rosas dormidas como párpados

como párpados dormidos bajo astillas

en mis dedos desollados,

las orejas me salen por las uñas

zapatean

sobre teclas o lápidas de mármol

por un puente

        sin

                 barandas.

EVA ISABEL RUIZ BARRIOS