Sobre la mesa dos pájaros mantienen todavía la coherencia natural de la tarde, el paso apresurado del tren desgaja en la retina el juego ocular del orden y el sí mismo se guarda como un fetiche en lo profundo del sueño. Siempre es un duelo entre verdad y apariencia, un juego de reglas. El espacio en la retina donde se encuentran en mitad de la sangre, asidos como un árbol a una raíz gigante.
EVA ISABEL RUIZ BARRIOS
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